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29/1/16

Fortunato Juárez

Es la clásica imagen del cantor popular. Su vida misma está retratada en los títulos de sus canciones más difundidas. Por ejemplo, en el gato “El violín de Tatacu” dibuja un perfil de su abuelo Carmen y las duras circunstancias que debieron pasar los loretanos al inundarse y desaparecer la vieja Villa Loreto.

Fortunato Juárez plasmó como pocos los sentimientos del paisano simple y común de estas tierras. Él mismo se forjó artísticamente en el seno de una familia humilde que compartía los tiempos entre las labores necesarias para ganarse el sustento con la afición a la música.

Formó parte durante muchos años del famoso conjunto de los Hermanos Juárez que con bandoneón, guitarra, bombo, violín y canto que puede mencionarse como lo más puro y auténtico de esta región en virtud del encanto de un repertorio plagado de apelaciones al amor que el lugareño siente por su terruño.

En su poesía se transparenta su modo de ser sencillo, silvestre y un poco ingenuo. En sus temas habló del monte, de su familia, de su querido Loreto, de la gente que lo erigió como su más genuino representante.

Muchas de sus canciones (“De ahicito”, “Así era mi mama”, “Para mi pago”, “El linyerita”, “El huajchito”, “Tristezas de un corazón”, “Chacarera del chilalo”, “Inti sumaj”, “Loretano soy”, “Sonia Nancy”, etc.) fueron grabados por artistas de relieve nacional como Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Chango Nieto, Hermanos Toledo, Raly Barrionuevo, Los Sin Nombre, por nombrar sólo algunos en apretada síntesis.

Con la desaparición física de don Fortunato Juárez (“Fortu” para los amigos) acaecida el 7 de setiembre de 2000 se perdió a un ser humano excepcional, un maestro de alma, pero su figura ha crecido en la consideración popular por el incalculable valor del legado que dejó para el sentimiento popular.
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